Etiquetado: escultura Mostrar/Ocultar Comentarios | Atajos de teclado

  • Arteligencia Compañía de Libros 5:14 pm el June 19, 2010 Enlace permanente | Responder
    Etiquetas: escultura, , Modigliani,   

    Crisis versus récords de artista

    En medio de esta crisis global, seguimos perplejos por las desorbitadas cifras que se pagan por determinadas obras de arte. Y no lo digo por que no lo merezcan (¿qué criterios se argumentan para eso de merecer? ) sino porque otras piezas del mismo artista, que son singulares (no diré únicas porque cada pieza lo es, aun cuando se hayan realizado varias copias o existan varias de ella numeradas -algunas esculturas, por ejemplo-) no alcanzan esas cifras. La respuesta más justificativa por parte de los expertos (muchos de ellos, involucrados y comerciantes del mercado del arte y, por tanto, parte interesada del business) es que esas obras han estado preservadas durante mucho tiempo al público en general, o que una similar o de la misma serie está en un Museo, e incluso que no haya salido al mercado durante bastantes años…. Todo ello conforma una retórica valorativa de «venta», de provocar ambición y anhelo de poseerla a los coleccionistas e inversores del arte.  La vanidad de poseer algo similar a lo que alberga un Museo, o que es una pieza rara y exclusiva, produce un revulsivo tremendo en el coleccionista.   Estos planteamientos se declararon acerca de una escultura de Amadeo Modigliani (1884-1920) que se ha vendido  en una subasta de Christie’s en París. “Tate” (una cabeza femenina de unos 65 centímetros, esculpida entre 1910 y 1912), que partía entre 4 y 6 millones de euros, se pujó hasta los 43 millones de euros, lo que se traduce en un triple récord: de artista, por una escultura suya, y como la obra más cara jamás vendida en Francia. Provenía de la Colección del creador de la cadena de supermercados Monoprix,  Gaston Lévy (1893-1977), un enamorado del arte que adquirió esta escultura en 1927, en una subasta en el Hotel Drouot de  París.

     
  • Arteligencia Compañía de Libros 9:32 am el May 19, 2009 Enlace permanente | Responder
    Etiquetas: Ai Weiwei, escultura, , , IvoryPress,   

    Ivoryconstructing Ai Weiwei

    Quebrar la realidad. Ésa es la consigna. No violentándola, sino transformándola a través del cuestionamiento de sus conceptos. La ruptura de la certidumbre, la inseguridad de la seguridad. Trazamos una línea visual por el contorno de una mesa y allí nos encontramos a Weiwei, nadando aferrado a una viga para romper la frontera que la normalidad ha considerado viable para otorgarle forma a una mesa. Weiwei es un libertario, es chino e hijo de Ai Qing, uno de los poetas malditos perseguidos por la involución cultural maoista. El artista tiene todos los ingredientes para extraer las puertas marmóreas del campo y amontonarlas en un jardín. Ese conjunto apilado de puertas, tamaño natural, minuciosamente talladas en mármol blanco, es una de las obras expuestas en la galería IvoryPress. Otra es la mesa atravesada por la viga fronteriza de Weiwei. Ambas se exhiben ante un aplauso sordo y permanente de dedos, los dedos erectos e insolentes de Weiwei contra lo consideramos establecido. El paisaje del dedo corazón enhiesto es una escultura a la rebelión con un toque de desprecio. Es un dedo que sirve para tocar, en el centro de una mano para actuar, expresando rechazo, expresando disidencia. El dedo disidente de Weiwei en IvoryPress.

     
    • alexapijierro 2:08 pm el May 24, 2009 Enlace permanente | Responder

      «Efectos colaterales» o «side-effects» son expresiones cargadas de connotaciones negativas derivadas de los usos de esos términos en la guerra y en la medicina, respectivamente. Sin embargo la realidad, en ocasiones, se encarga de desmontar los prejuicios con los que ahogamos el lenguaje. La exposición de Weiwei en su primera visita a España tiene un placentero efecto colateral en la forma del continente que acoge a la muestra, el diseño de la propia galería madrileña de IvoryPress. Aunque está planteada como un espacio pretendidamente neutro a partir de la recuperación de una antigua imprenta anexa a un garaje, el estudio de Norman Foster ha elaborado una cuidada pieza arquitectónica que se podría recorrer vacía. Es blanca, tiene una sólida endoestructura basada en pilares de hormigón, y es diáfana, cristalina… tiene incluso un espacio acristalado en forma de liviano patio interior que ahora mismo representa a un salón con fisonomía de jardín zen en donde están sentadas dos sillas chinas de mármol blanco de Weiwei. La galería y la librería tienen ambas entradas independientes, como dos amantes; la galería baja en una rampa recordando sus orígenes de garaje y la librería es un recinto rectangular con paredes altas y apalabradas de libros. Ambas estancias están comunicadas en su interior por una escalera simbiótica de blanco. IvoryPress Madrid, Foster and Foster.

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