3#NotasAlMargen: «Que nadie duerma»

3#NotasAlMargen: «Que Nadie Duerma»

Unknown-2Igual que en su momento Francisco Umbral era el maximo exponente de la lírica en el periodismo de opinión, escribiendo artículos con música de poema, Juan José Millás podría el regente del surrealismo en las tribunas de prensa, en su caso en El Pais. A Umbral tratan muchos de emularle… con Millás hay menos suerte (o fortuna), tal vez porque la poesía es un idioma más accesible para describir los intestinos sin que parezca que estás hablando de heces y con la prosa necesariamente hay que mancharse de caca.

El Millás de periódico redacta piezas a menudo breves describiéndonos que la segunda lectura de la realidad, aquélla que consideramos estrafalaria o imposible, es a menudo la que mejor se ajusta al tejido conjuntivo pero oculto que conforma la dermis de todo cuanto sucede… aunque nuestra percepción no trascienda casi nunca el nivel epidérmico.

Tal sucede con «Que Nadie Duerma», novela de Millás editada por Alfaguara, que es el relato surrealista de un sueño que pretende sorprender al lector en plena vigilia, un sueño de durmientes despiertos… por otro lado quizás el lector prototípico de Millás, los que no duermen para soñar o quienes duermen para continuar despiertos.

Desde el principio la novela se hace muy dinámica, conducida como está a bordo de un taxi con trasiego de pasajeros pilotado por una programadora informática que sueña con que se cumpla una fantasía en un plano que sobrevuela la realidad o que es la realidad de baja cota, a baja altura…. un poco un trasunto de la vida, en la que todos anhelamos caminar sin el peso que nos endosa la cotidianidad y nos gustaría poder ser un «nosotros mismos» al quienes no hemos conocido nunca, porque la realidad «real» nos ha tatuado su mugre encima.

Transfigurando la cartografía de la realidad que aparece en el mapa que nos marca Google, Millás confiere a su personaje, una mujer probablemente en la treintena, la capacidad de reprogramar su día a día dibujando sobre el mapa aceptado aquel otro, personalizado e íntimo, que cada cual le gustaría dibujar encima. Con dosis de desenfado, verbo desenvuelto y fe en que «algo va a suceder», la protagonista de este cuento urbano deja salir su alma de ave para recorrer Madrid como si fuera Pekín escuchando a Turandot y esperando, como todos hemos esperamos, que en la próxima esquina el amor levante la mano para pararnos y subirse a nuestro taxi.

Igual que un falso cuento como la «falsa delgada» que protagoniza la obra, la realidad de Millás requiere del lector compromiso con la fantasía pero sin dejarle que se pierda en la literatura fantástica, como si el surrealismo del autor tuviera la entidad de un ensayo muy serio sobre el sexo de los pájaros, dosis sobre el cual precisamente la obra no escatima, sobre el sexo… y sobre los pájaros.

Además de surrealista y dérmica, la novela o falso cuento es divertida pero intrigante, ligera pero conceptual, entreteniendo hasta el final pero planteando un reto de imaginación al lector inteligente que es capaz de reírse de la fábula que, probablemente y en definitiva, acaba siendo la vida.