Mr. Pesc
La hora de China en el Matadero de Madrid. Artistas chinos se expresan a través de instalaciones en cuyo interior dejas de pisar el suelo, aterrizando en la mente de una obra ejecuta con códigos escritos en vertical. En el Matadero puedes descodificarte cosiendo en un taller clandestino o volando a través de la descomposición biológica del ser humano en su acción devastadora sobre la tierra; puedes verte por el ojo de una cerradura para compartir olores con un calcetín o contemplarte creciendo en plata a través de una manzana. Es el ideograma de China escrito sin tinta.
Noventa obras maestras (del final de la década de 1860 al inicio de la de 1880) que colgaban en el Museo d’Orsay, han aterrizado en la Fundación Maphre (Paseo Recoletos, 23) y estarán hasta el 22 de abril, por motivos de renovación de las instalaciones del museo parisino. Impresionismo. Un nuevo Renacimiento, es una muestra sorprendente, no sólo por el gran número de obras extraordinarias que se han traído, sino porque la tercera parte de ellas son piezas que no suelen prestarse ya que pertenecen al olimpo de la Historia del Arte. El impresionismo –como cualquier ismo– es el resultado del afán del hombre por la innovación. Pero en el terreno artístico, lejos de lo científico, está en consonancia con lo metafísico, un “reinventar”, a veces “recuperar” con otra mirada, el pálpito de esa necesidad del ser humano por “interpretar” el entorno y plasmarlo en los diferentes lenguajes de las bellas artes. Un nuevo Renacimiento es como “echar la vista atrás” pero transformándola. Y, curiosamente, aun cuando al principio no fueron aceptados en el Salón de París por lo rompedor de sus códigos (luz, pincelada, temática, técnica, instantaneidad…), armonizaron perfectamente con el arte clasicista: academicismo y realismo. Así, prepárense para que, vía retina, su cerebro almacene toda la belleza que encierran las obras de Manet, Renoir, Monet, Cézanne, Sisley, Millet, Courbet, Bouguereau, Moreau, Bazille, Whistler, Bouguereau, Stevens, Carolus-Duran …
Mide 80,5 por 74 centímetros, está fechado en 1968 y refleja un acto cotidiano -la gran iconografía del artista- ya que representa ropa blanca en remojo en una pila blanca con tabla para lavar. De una simplicidad extraordinaria, es esa instantaneidad de ese hecho habitual en cualquier hogar lo que conmueve y casi, casi, podemos decir que es una visión abstracta de la realidad. ”Ropa en remojo”, óleo sobre tabla, será subastado el 11 de febrero por Christie’s en su sala de King Street londinense, y está colgado en su sede madrileña desde el 18 al 22 de enero. Los “expertos” la han valorado entre 350.000 y 450.000 libras (400.000 y 510.000 euros), cifra distante del récord del artista: Madrid desde Torres Blancas (1976-1982), vendida en la misma casa de subastas en junio de 2008 por 1.385.250 libras (más de un millón y medio de euros).
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