Crisis versus récords de artista En medi…

Crisis versus récords de artista

En medio de esta crisis global, seguimos perplejos por las desorbitadas cifras que se pagan por determinadas obras de arte. Y no lo digo por que no lo merezcan (¿qué criterios se argumentan para eso de merecer? ) sino porque otras piezas del mismo artista, que son singulares (no diré únicas porque cada pieza lo es, aun cuando se hayan realizado varias copias o existan varias de ella numeradas -algunas esculturas, por ejemplo-) no alcanzan esas cifras. La respuesta más justificativa por parte de los expertos (muchos de ellos, involucrados y comerciantes del mercado del arte y, por tanto, parte interesada del business) es que esas obras han estado preservadas durante mucho tiempo al público en general, o que una similar o de la misma serie está en un Museo, e incluso que no haya salido al mercado durante bastantes años…. Todo ello conforma una retórica valorativa de «venta», de provocar ambición y anhelo de poseerla a los coleccionistas e inversores del arte.  La vanidad de poseer algo similar a lo que alberga un Museo, o que es una pieza rara y exclusiva, produce un revulsivo tremendo en el coleccionista.   Estos planteamientos se declararon acerca de una escultura de Amadeo Modigliani (1884-1920) que se ha vendido  en una subasta de Christie’s en París. “Tate” (una cabeza femenina de unos 65 centímetros, esculpida entre 1910 y 1912), que partía entre 4 y 6 millones de euros, se pujó hasta los 43 millones de euros, lo que se traduce en un triple récord: de artista, por una escultura suya, y como la obra más cara jamás vendida en Francia. Provenía de la Colección del creador de la cadena de supermercados Monoprix,  Gaston Lévy (1893-1977), un enamorado del arte que adquirió esta escultura en 1927, en una subasta en el Hotel Drouot de  París.